lunes, 29 de noviembre de 2010

Rap do alfabeto grego

Alfabeto grego

Máis preposicións gregas



Máis sobre preposicións gregas na imaxe.

Cómic e preposicións gregas

Preme na imaxe para acceder a un gracioso traballo de Paula Barea, unha alumna de 1º de Grego sobre as preposicións.

Jascha Heifetz interpreta un fragmento de Orfeo e Eurídice de Gluck

Orfeo e Eurídice

jueves, 25 de noviembre de 2010

Mostra de exame de Grego 2. Homero.

Mostra de exame de Grego.

1. Características da épica grega.

2. Vocabulario: dáctilo, antropomorfismo, epíteto épico, rapsodo, espondeo.

3. Describe a morte de Patroclo tal e como aparece na Ilíada.

4. Comenta os seguintes textos de acordo co que sabes da épica, dos deuses e dos heroes homéricos.

Pero ya que deseas saberlo, te diré cuál es mi linaje, de muchos conocido. Hay una ciudad llamada Efira en el riñón de la Argólide, criadora de caballos, y en ella vivía Sísifo Eólida, que fue el más ladino de los hombres. Sísifo engendró a Glauco, y éste al eximio Belerofonte, a quien los dioses concedieron gentileza y envidiable valor. Mas Preto, que era muy poderoso entre los argivos, pues a su cetro los había sometido Zeus, hízole blanco de sus maquinaciones y le echó de la ciudad

¡Veneranda Atenea, protectora de la ciudad divina entre las diosas! ;Quiébrale la lanza a Diomedes, concédenos que caiga de pechos en el suelo, ante las puertas Esceas, y te sacrificaremos en este templo doce vacas de un año, no sujetas aún al yugo, si de este modo te apiadas de la ciudad y de las esposas y niños de los troyanos!

Tal fue su plegaria, pero Palas Atenea no accedió.

Contestó el gran Héctor, de tremolante casco:
— Todo esto me preocupa, mujer, pero mucho me sonrojaría ante los troyanos y las troyanas de rozagantes peplos si como un cobarde huyera del combate; y tampoco mi corazón me incita a ello, que siempre supe ser valiente y pelear en primera fila, manteniendo la inmensa gloria de mi padre y de mí mismo

Pero vayamos y luego lo arreglaremos todo, si Zeus nos permite ofrecer en nuestro palacio la copa de la libertad a los celestes sempiternos dioses, por haber echado de Troya a los aqueos de hermosas grebas.

Como carniceros lobos dotados de una fuerza inmensa despedazan en el monte un grande cornígero ciervo que han matado y sus mandíbulas aparecen rojas de sangre; luego van en tropel a lamer con las tenues lenguas el agua de un profundo manantial, eructando por la sangre que han bebido, y su vientre se dilata, pero el ánimo permanece intrépido en el pecho; de igual manera, los jefes y príncipes de los mirmidones se reunían presurosos alrededor del valiente servidor del Eácida, de pies ligeros.

Y Febo Apolo dijo al Pelida:
— ¿Por qué, oh hijo de Peleo, persigues en veloz carrera, siendo tú mortal, a un dios inmortal?

Mirándole con torva faz, respondió Aquileo, el de los pies ligeros:
— ¡Héctor, a quien no puedo olvidar! No me hables de convenios. Como no es posible que haya fieles alianzas entre los leones y los hombres, ni que estén de acuerdo los lobos y los corderos, sino que piensan continuamente en causarse daño unos a otros; tampoco puede haber entre nosotros ni amistad ni pactos, hasta que caiga uno de los dos y sacie de sangre a Ares, infatigable combatiente. Revístete de toda clase de valor, porque ahora te es muy preciso obrar como belicoso y esforzado campeón. Ya no te puedes escapar. Palas Atenea te hará sucumbir pronto, herido por mi lanza, y pagarás todos juntos los dolores de mis amigos, a quienes mataste cuando manejabas furiosamente la pica.

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En diciendo esto, blandió y arrojó la fornida lanza. El esclarecido Héctor, al verla venir, se inclinó para evitar el golpe: clavóse aquella en el suelo, y Palas Atenea la arrancó y devolvió a Aquileo, sin que Héctor, pastor de hombres, lo advirtiese. Y Héctor dijo al eximio Pelida:

¡Erraste el golpe, deiforme Aquileo!