jueves, 2 de diciembre de 2010
Hesíodo: Teogonía
Traducción: Aurelio Pérez Jiménez
En primer lugar existió, realmente, el Caos. Luego Gea, de ancho pecho, sede siempre firme de todos los inmortales que ocupan la cima del nevado Olimpo; en lo más profundo de la tierra de amplios caminos, el sombrío Tártaro, y Eros, el más bello entre los dioses inmortales (...).
Del Caos nacieron Érebo y la negra Noche. De la Noche, a su vez, surgieron Eter y Hémera, a los que engendró como fruto de sus amores con Érebo.
Gea primeramente dió a luz al estrellado Urano, semejante a ella misma, para que la protegiera por todas partes, con el fin de ser así asiento seguro para los felices dioses (...).
Después, acostándose con Urano, engendró a Océano de profundas corrientes (...), a Rea.
Después de estos nació el más joven, el astuto Crono, el más temible de los hijos, y se llenó de odio hacia su vigoroso padre.
Por otra parte, dio a luz a los Cíclopes de orgulloso pecho, a Brontes, a Estéropes y a Arges, de violento ánimo, que le regalaron a Zeus el trueno y le fabricaron el rayo.(...).
Pues bien, cuantos nacieron de Gea y Urano, los más terribles de los hijos, estaban irritados con su padre desde el comienzo, pues cada vez que iba a nacer uno de estos, Urano los ocultaba en el seno de Gea, sin dejarlos salir y se complacía en su mala acción.
La monstruosa Gea en su interior se lamentaba oprimida y tramó una malvada artimaña. Tras haber creado al punto una especie de blanco acero, fabricó una gran hoz y explicó el plan a sus hijos. Les habló valerosa pero afligida en su corazón:
"Hijos míos y de orgulloso padre. Si queréis obedecerme, vengaremos el malvado ultraje de vuestro padre, pues él fue el que empezó a maquinar obras indignas".
Así dijo y, como es natural, de todos se apoderó el temor, de modo que ninguno se atrevió a contestar; pero el poderoso Crono, astuto, cobrando ánimo, al punto respondió a su respetable madre: "Madre, te prometo que puedo realizar ese trabajo, puesto que no siento preocupación alguna por nuestro odioso padre, ya que fue el primero en maquinar obras indignas"(...).
Vino el poderoso Urano trayendo la noche y deseoso de amor se echó sobre Gea y se extendió por todas partes. Su hijo desde la emboscada lo alcanzó con la mano izquierda, a la vez que con la derecha tomó la monstruosa hoz, larga, de agudos dientes, y a toda prisa segó los genitales de su padre
Rea, sometida por Crono, engendró gloriosos hijos: Hestia, Deméter, Hera de sandalias de oro; el robusto Hades, que habita moradas bajo la tierra con despiadado pecho; el retumbante Enosigeo y el prudente Zeus, padre de dioses y hombres, bajo cuyo trueno se agita la amplia tierra. A ellos los devoraba el gran Crono cuando cada uno desde el sagrado vientre de su madre llegaba a sus rodillas, tramando esto para que ningun otro de los nobles descendientes de Urano obtuviera la dignidad real entre los inmortales. Pues por Gea y el estrellado Urano se había enterado de que tenía como destino morir a manos de su hijo, aunque fuera fuerte, por obra de las decisiones del gran Zeus. Por esto no descuidaba la vigilancia , sino que, siempre al acecho, devoraba a sus hijos, y Rea sufría terriblemente.
Pero cuando iba a dar a luz a Zeus, padre de dioses y hombres, suplicaba a sus padres ( a los de ella, a Gea y al estrellado Urano) que le ayudaran en su plan, para que sin que se diera cuenta pariera a su hijo (...).
Ellos mucho escucharon y obedecieron a su hija, a la vez que le contaron cuanto estaba marcado por el destino que sucediera respecto al rey Crono y a su valeroso hijo y la enviaron a Licto, un rico pueblo de Creta cuando iba a dar a luz al último de sus hijos, al gran Zeus. A este lo recogió la monstruosa Gea para alimentarlo y educarlo en la amplia Creta.
Allí fue, llevándolo a lo largo de la rápida gran noche, primeramente a Licto; lo tomó en sus manos y lo ocultó en una escarpada cueva, bajo las entrañas de la divina tierra, en el monte Egeo, poblado de árboles. Y envolviendo en pañales una gran piedra se la puso en sus manos al gran soberano Uránida, rey de los primeros dioses. Aquél entonces, cogiéndola con sus manos, la puso en su vientre, ¡desdichado!, y no se dio cuenta en su mente de que detrás, en lugar de una piedra, quedaba su invencible e imperturbable hijo, que pronto, sometiéndolo con la violencia de sus manos, lo iba a despojar de sus atributos e iba a gobernar entre los inmortales.
Rápidamente crecieron la fuerza y los gloriosos miembros del soberano, y al llegar el momento oprtuno, engañado por las muy sabias sugerencias de Gea, el gran astuto Crono vomitó a sus hijos. Pero primeramente echó fuera la piedra, puesto que era lo último que se tragó. Zeus la fijó sobre la tierra de anchos caminos en la muy sagrada Pitó, en las cavidades del Parnaso, para que fuera un símbolo para la posteridad, maravilla para los hombres mortales.
Liberó a los hermanos de su padre de sus fuertes ataduras (...) y gobierna sobre mortales e inmortales.
_______________________________________________________________________________________
(Zeus) A Prometeo, de astutas decisiones, lo ató con ligaduras de las que no se puede librar, con dolorosas cadenas que metió a través de una columna, y contra él lanzó un águila de amplias alas. Ésta le comía el inmenso hígado, pero éste crecía por la noche tanto cuanto el águila de rápido vuelo había devorado por el día.
En efecto, cuando los dioses y los mortales disputaban, entonces Prometeo, tratando de engañar al inteligente Zeus, con ánimo resuelto le ofreció un enorme buey que había dividido. Por una parte puso, en la piel, la carne y las entrañas ricas en grasa, ocultándolas en el estómago del buey; por otro lado, colocando bien los blancos huesos del buey con engañoso arte, se los presentó, después de haberlos cubierto con blanca grasa.
Ante esto el padre de los hombres y dioses le dijo: "Japetónida, famoso entre todos los soberanos, mi buen amigo, cuán desigualmente hiciste las partes.
Así habló en tono mordaz Zeus, conocedor de inmortales designios. A él le respondió, por su parte, el astuto Prometeo con una leve sonrisa, sin olvidarse de su engañoso artificio (...) Habló, en verdad, con engañosa mente y Zeus, conocedor de inmortales designios, se dió cuenta y no ignoró el engaño, sino que en su corazón proyectó contra los hombres mortales males que, realmente, iba a cumplir (...)
Se expresó lleno de irritación Zeus (...) y desde ese momento, acordándose en cada instante del engaño, no otorgaba a los fresnos la fuerza del incansable fuego para los mortales que habitan sobre la tierra. Pero de él se burló el noble hijo de Já peto robando en una caña hueca la luz del incansable fuego que desde lejos se ve. Dañó, así, de nuevo, en lo más profundo el ánimo al altitonante Zeus, y le irritó en su corazón cuando vio entre los hombres el brillo del fuego que desde lejos se observa.
Al punto, a cambio del fuego, tramó males para los hombres: el famoso Cojo modeló, por decisión del Crónida, algo semejante a una respetable doncella; la ciñó y adornó con un vestido de destacada blancura la diosa Atena de ojos verdes; la cubrió desde su cabeza con un velo, hecho a mano, admirable de ver; encantadoras coronas de fresca hierba trenzada con flores le colocó en torno a su cabeza Palas Atena; en su cabeza le colocó una diadema de oro, que hizo él mismo, el famoso Cojo, con sus manos, intentando agradare a su padre Zeus (...).
Cuando hizo el bello mal, a cambio de un bien, la llevó donde estaban precisamente los demás dioses y hombres, engalanada con el adorno de la diosa de los ojos verdes, hija de poderoso padre; la admiración se apoderó de los inmortales dioses y los mortales hombres, cuando vieron el arduo engaño, sin remedio para los hombres. De ella, en efecto, procede el linaje de las femeninas mujeres; gran desgracia para los mortales, con los hombres habitan no como compañeras de la perniciosa pobreza, sino de la abundancia. (...)
Así no es posible engañar ni transgredir la voluntad de Zeus, pues nisiquiera el Japetónida, el benefactor Prometeo, se escapó de su pesada cólera, sino que por la fuerza una gran cadena le retuvo, a pesar de ser muy sabio.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
lo épico radica en las pequeñas gestas y grandes sacrificios. Mitologías? Cosmogonías? Lo interesante es el valor humano aplicado a unos dioses que sienten, que aman y que al punto y solo algunos... mueren
ResponderEliminarHola. Si seguimos el texto no coincide con el esquema pues dices que de Nix surgió Éter y Hémera pero en el esquema todos vienen directamente de Caos. Todo muy interesante.
ResponderEliminar